Queridos Usuarios, no sabíamos nada de Prometeo, por lo cual hemos conseguido un Oráculo, quien nos ha informado de lo siguiente…
Hefesto, dios del fuego, formó la estatua de una hermosa doncella. La propia Atenea se hizo enemiga de Prometeo por celos, echó sobre la imagen de la estatua una vestidura blanca y reluciente, le aplicó sobre el rostro un velo, la coronó de frescas flores y la ciñó el talle con un cinturón de oro, esta obra artística Hefesto se la ofrendó a su padre, adornada maravillosamente con policromas figuras de animales. Hermes, el mensajero de los dioses, otorgó el habla a la bella imagen, y Afrodita le dio todo su encanto amoroso.
De este modo Zeus, bajo la apariencia de un bien, creó un engañoso mal, al que llamó Pandora, es decir, la omnidotada; pues cada uno de los Inmortales había conferido a la doncella algún nefasto obsequio para los hombres. Condujo entonces a la virgen a la Tierra, donde ella se dirigió hacia Epimeteo, el ingenio hermano de Prometeo, llevándole el regalo de Zeus. En vano aquél advirtió a su hermano que nunca aceptase un obsequio venido de Zeus, para no ocasionar con ello un daño a los hombres; debía rechazarlo inmediatamente. Epimeteo se olvidó de aquellas palabras, acogió gozoso a la hermosa doncella y no se dio cuenta del mal hasta que ya lo tuvo. Pues hasta entonces las familias de los hombres, aconsejadas por su hermano, habían vivido libres del mal, no sujetos a un trabajo gravoso, exentos de la torturante enfermedad.
Pero la mujer llevaba en las manos su regalo, una gran caja provista de una tapadera. Apenas llegada junto a Epimeteo abrió la tapa y en seguida volaron del recipiente innumerables males que se desparramaron por la Tierra con la velocidad del rayo. Oculto en el fondo de la caja había un único bien: la esperanza; pero, siguiendo el consejo del padre de los dioses, Pandora dejó caer la cubierta antes de que aquella pudiera echar a volar, encerrándola para siempre en el arca. Entretanto, la desgracia llenaba, bajo todas las formas, tierra, mar y aire. Las enfermedades se deslizaban día y noche por entre los humanos.
Después, Zeus dirigió su venganza contra Prometeo. Entregó al culpable a Hefesto y sus criados, Cratos y Bia (la coerción y la violencia), quienes lo arrastraron a las soledades de Escitia y allí, sobre un espantoso precipicio, encadenarle con cadenas indestructibles al muro de roca del Cáucaso. Hefesto cumplió con desgano el mandato de su padre, pues amaba en el hijo de los Titanes al consanguíneo descendiente de su abuelo Urano, a un vastago de los dioses de tan alta alcurnia como Zeus. Con palabras llenas de piedad y bajo los improperios de sus brutales servidores, mandó a estos a que efectuaran el cruel trabajo.
Zeus envió al prisionero un águila que se nutre del hígado de Prometeo a diario. Aquel tormento no cesará hasta que se presente un redentor que, aceptando voluntariamente la muerte, se comprometa a reemplazarle.
¿Qué haremos guerreros?, no tengo idea de qué hacer en esta situación, nuestra oráculo ha sido descubierta y calcinada por un rayo de Zeus.