Esto le pasó a Hércules (Heracles) después de llevar a cabo las 12 pruebas. Las pruebas no se las mandó Hera por cierto, fue Euristeo.
Tras la conquista de Ecalia Heracles, agradecido por su victoria, quiso erigir un altar en honor de su padre Zeus y envió a su heraldo Licas a Traquis para que le trajese una túnica para la ceremonia. Deyanira, celosa al ver que Yole acompañaba a Licas, impregnó la túnica con la sangre del centauro Neso; cuando Heracles se vistió la túnica el calor derritió el veneno de la Hidra -inoculado por la flecha de Heracles- mezclado con la sangre del centauro. El veneno corroía la carne de Heracles y éste, al intentar quitarse la túnica, se arrancaba también pedazos de carne. Su sangre hervía a borbotones, se tiró de cabeza al arroyo más cercano y las aguas empezaron a hervir (posteriormente fueron llamadas Termópilas, o "paso caliente"). Nadie se atrevía a acercarse a Heracles hasta que, retorciéndose de dolor, éste mandó venir a su hijo Hilo, a quien ordenó que construyese una gran pira y quemase su cuerpo inmortal hasta que quedase totalmente destruido. Deyanira, desolada, se suicidó.
Nadie se atrevía a encender la hoguera hasta que Filoctetes consintió en hacerlo, recibiendo como recompensa el arco y las flechas de Heracles. Mientras el fuego destruía su cuerpo una gran nube envolvió la pira y pudo escucharse un formidable trueno. Al disiparse la nube no quedaba ya rastro del cuerpo de Heracles: su alma inmortal había ascendido al Olimpo.
Tras reconciliarse con Hera, ésta ofreció a Heracles a su hija Hebe en matrimonio. Heracles viviría desde entonces eternamente entre los dioses.