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Liztbard

  • Autor de hilo DeletedUser569
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DeletedUser569

Guest
Hace unos meses, hubo un concurso de escritura del cual participé con un relato. En su momento, @skadi comentó que los dejaba con las ganas de saber de dónde venía la historia. Y como se me ocurrieron algunas ideas para hacerlo, me puse a escribirla desde el principio. Espero tener tiempo para ir completándola hasta llegar al momento de esa parte que conté ( aquí la historia del concurso ) y, tal vez, seguirla un poco más.

El rey Feodor era muy querido y admirado por su pueblo. Cuando accedió al trono, a la muerte de su padre, el reino estaba siendo asolado por una de las sequías más largas de las que se tuviera memoria. Su primera medida, desoyendo a los ministros que había heredado junto con la corona, fue eximir de los impuestos a los campesinos y duplicárselos a los poderosos señores. De esta manera, ayudaba a los que habían sido más perjudicados por las circunstancias climáticas y no se veían perjudicadas las arcas del reino. Si bien en un principio los nobles se sintieron furiosos con el joven monarca, el hijo de Jael supo ganarse su buena voluntad con otras medidas. Por ejemplo, reemplazando por algunos de los hijos de las principales familias a aquellos consejeros que no compartían su modo de gobernar, o los que sintió capaces de tomar decisiones por él a sus espaldas.
Sandon, de la casa Mobel, fue uno de esos ascendidos y supo desempeñar con acierto su cargo de Procurador, ganándose de a poco la confianza del Rey y escalando posiciones entre los miembros de su corte. Apenas algunos años menor que Feodor, se ilusionaba con llegar a ser su hombre de confanza. Incluso se atrevió a soñar con transformarse en el principal consejero del futuro heredero. Y tras demostrar su capacidad durante cinco años, casi había conseguido su objetivo cuando tuvieron su primer desacuerdo importante, que estuvo a punto de echar por tierra todo su esfuerzo.
El tema en cuestión fue, ni más ni menos, que la necesidad de darle un heredero al reino. El tiempo pasaba y la reina ya no es tan joven, había osado decirle Sandon al rey, dándole a entender además que debía buscar alguna cortesana que "le diera lo que no le daba la reina". Una jugada demasiado arriesgada que por poco causa la deshonra pública del Procurador, aunque supo retractarse a tiempo y cambiar la estrategia. Había decidido que haría lo que fuera necesario para convertirse en el poder real tras la corona, aunque eso significara humillarse en ese momento.
Entre los ministros de su padre que Feodor conservó en sus puestos, aquellos que aceptaron la nueva política que él pretendía llevar a cabo, estaba el viejo Mariscal Ponti, que además de ser el Ministro de Guerra y Paz era como un tío para él, su persona de máxima confianza después de su esposa. Ella siempre fue la mano derecha del Rey, su principal consejera y apoyo. Ambos ponían por encima de todo el bienestar de su gente, y así lo habían demostrado durante el tiempo que llevaban reinando. Cuando al fin se conoció la noticia de que la Reina daría a luz al futuro príncipe de Liztbard, unos 10 años después de la coronación, todo el reino pareció alegrarse enormemente y se multiplicaron los festejos en todos los hogares.
Sandon, entonces, vio la oportunidad que estaba esperando para dar el salto final y ocupar el lugar que tanto ambicionaba. Sabía que la Reina era intocable, así que fue por el segundo en su lista: el Mariscal. Debía menoscabar su ascendencia sobre Feodor, hacerles creer a todos que el viejo ministro ya estaba demasiado senil para seguir ejerciendo su cargo y así poder tomar su lugar. Lo que no tuvo en cuenta el ambicioso noble fue que la lealtad, como la confianza, no puede comprarse y no se pierde, ni se deja de lado, sólo por lo que digan otras personas, generando la segunda gran disputa con el monarca. Volvió a justificar su proceder, diciendo que se había dejado llevar por el deseo de brindar su myor esfuerzo para llevar al reino hacia el lugar de preponderancia que merecía. Una vez más, debió esforzar al máximo su imaginación para lograr su objetivo, sin dejar a la vista sus verdaderas intenciones.

La felicidad reinaba en el palacio. Habia llegado el día que tanto esperaban todos, el del nacimiento del heredero al trono.
La felicidad reinaba en el palacio, excepto entre algunos de los consejeros del rey. Había nacido una niña y para ellos era impensado que una mujer liderara el reino. Podían aceptar que fuera consejera del Rey, pero no que fuera quien determinara los destinos de Liztbard. A menos que...
 

DeletedUser569

Guest
Dos años después...

Joaco, el pescador, estaba feliz. Por fin podía sostener entre sus brazos a su pequeño Jasón, nacido mientras él se encontraba embarcado. Era la imagen de su madre, gracias a Zeus. Como buen padre, esperaba que los Dioses guiaran a su hijo en el camino que le hubieran preparado. Por su parte, le daría todas las herramientas que tuviera a su alcance.
Tenían la suerte de que el actual Rey creía que todos tenían el mismo derecho a progresar en la vida, y les daba posibilidades a todos por igual sin fijarse en su origen. Daba lo mismo si eran hijos de nobles o de un simple campesino, todos los niños tenían acceso a la educación. Y si demostraban ser capaces, hasta podían aspirar a formar parte de las fuerzas del Reino.
El sueño de Joaco era ver a su niño con el uniforme de la Marina Real. Sentía una especial admiración por el Mariscal Ponti, con quien había coincidido algunas veces en el puerto. El viejo ministro se mostró siempre muy amable con todos, tratando a pescadores y marinos con la misma familiaridad, como si fuera uno más de ellos. Se contaban muchas historias sobre él, del tiempo en que capitaneaba el buque insignia del reino, y en todas destacaban su valentía y su hombría de bien.
 
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