DeletedUser8
Guest
En abril del 2006 resulté ser ganadora del III Concurso Literario de ka-tet corp.com, con el relato que os adjunto a continuación, relato que fue publicado en un libro de bolsillo junto a otros autores.
Fast Food (Comida Rápida)
El Efecto Dominó
El Sr. Coldret (Ary para los pocos seres de este mundo que le conocían), terminó de ducharse. La humedad del baño difuminaba entre nubes calientes y pegajosas, la cara del hombre que se contemplaba en el espejo empañado.
Inmóvil, se observaba ensimismado, como queriendo encontrar algo más allá de su imagen. Y así era….por primera vez se sentía diferente, e incluso dueño de un valor, largamente olvidado. Había tomado una decisión, y eso, que en cualquier otra persona era un acción cotidiana, en él, era algo, no desconocido, pero si largamente olvidado.
Hoy iba abandonar su casa, hoy iba a cerrar la puerta detrás de sí y no mirar lo que dejaba detrás……… 27 años de matrimonio, 27 años de sufrimiento y penas.
Aunque claro, no fue siempre así, hubo ocho años aproximadamente, de algo similar a la felicidad, más bien, de una vida llevadera con su mujer. Pero eso, como su valor, también estaba olvidado.
Sin pensar lo que hacia, pasó la mano por la superficie sudorosa del espejo, tenía los dedos cortos, gordos y llenos de pelos crespos, “dedos de mono”, le solía decir su mujer.
-Ary, esos dedos podían pasar por los de un mono apestoso, son asquerosos…
Pero en ella, esa definición era normal, siempre eran asquerosos sus dedos, su barriga prominente, sus cortas, pero fuertes, piernas, su cabeza, demasiado grande para el cuerpo, pero sobre todo, “su maldito colgajo de mierda”. El hombre, dirigiendo la vista hacia su vientre, contuvo la respiración, intentado meter todo lo que podía la voluminosa barriga, que tensa como un tambor se negaba a desaparecer, para dejar a la vista a un viejo amigo.
-¡Oh Dios!- pensó- Creo que me va a dar un infarto intentando mirarme la polla….
Este pensamiento, extrañamente hilarante, le hizo expulsar el aire retenido en un seco ruido.
¡Brump!
-¡Joder!- Parecían los gases de su mujer cuando comía judías de más (lo que solía suceder a menudo).
El espejo se estaba volviendo a empañar, borrando nuevamente su imagen, pero le dio tiempo a verse los ojos, y lo que vio le gusto Le recordaron cuando era joven, cuando aún tenia pelo en la cabeza, cuando aún creía que la vida podía se amable, ¡mierda, que inocente era!
Y lo que era aún mejor, ese breve momento, le devolvió la esperanza de que quizás podía aún a ser así.
Comenzó a vestirse.
La Gorda.
En cuanto abrió la puerta del baño, el hedor y la realidad entraron de la mano como dos viejas amigas, gritándole con descaro:
-¡Eh, Ary! ¡Ya estamos de aquí! ¿Pensabas que te ibas a librar tan fácilmente de nosotras?-
Y supo dos cosas, que no se había librado de ellas y que no habría otra oportunidad para la esperanza.
Sus hombros volvieron a la posición normal, decaídos y sumisos. Si quedaba algún granito del hombre, que minutos antes, era todo decisión, la voz de su mujer lo borró completamente.
-Ary… ¿Ya as terminado? Por Dios… ¿Qué has estado haciendo? Ya pensé que tendría que llamar a un vecino para que te sacará… ¿No me as oído llamarte?
-No, querida…
-No… No… No… Excusas…Te gusta hacerme sufrir, te aprovechas de que estoy inválida. Eres malo. Mala persona…
-Me estaba duchando, el agua…
-¿Duchándote otra vez? Joder, cualquier día te vas a ir por el desagüe. Pero ahora déjate de idioteces y tráeme algo de comer, creo que me ha bajado la tensión, me siento a punto de morir…..No te quedes hay parado.- Su voz se quebró en un sollozo perruno- ¡Muévete y tráeme algo! Creo que ya me está volviendo a dar…
Se llevó la mano al corazón como queriendo apoyar sus palabras.
Ary la miró, dudaba mucho que tuviera un bajón de nada y mucho menos que estuviera muriéndose de hambre, teniendo en cuenta que pesaba más de 233 Kg., y eso había sido en 1998 cuando aún existían básculas en casa que podían hacerlo.
Pero con Sonia era mejor no discutir y sobre todo, no hacerla esperar por su segundo desayuno del día.
-Ahora mismo querida…
Sonriendo, la mujer bajo la mano de su inmenso pecho metiéndola en una tremenda bolsa de patatas, de esas gigantes para fiestas que venden bajo encargo.
-Un pequeño tentempié- Canturreó, mientras masticaba.- Besitos salados para la boquita de mami…- Una baba llena de migas, empezó a caerla por la comisura de los labios.
Ary desvió la vista asqueado y comprendió que su mujer había perdido completamente el juicio, su poca salud mental, había desaparecido bajo montañas de grasa acumulada y lo que era aun peor, se la estaba haciendo perder a él.
¡Dios! Y después de lo de anoche…
El solo recuerdo le provocó una arcada.
Asqueado se metió en la cocina y empezó a cocinar para Sonia.
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Mañana más...
Fast Food (Comida Rápida)
El Efecto Dominó
Cuando Aristóteles Coldret, terminó la conversación y cerró el teléfono móvil, ignoraba que también había cerrado el destino de sus días, poniendo en marcha un cúmulo de acontecimientos en serie, que desembocarían en un trágico final.
Había tumbado la primera pieza de la cadena. Comenzaba el efecto dominó…
La decisión.Había tumbado la primera pieza de la cadena. Comenzaba el efecto dominó…
El Sr. Coldret (Ary para los pocos seres de este mundo que le conocían), terminó de ducharse. La humedad del baño difuminaba entre nubes calientes y pegajosas, la cara del hombre que se contemplaba en el espejo empañado.
Inmóvil, se observaba ensimismado, como queriendo encontrar algo más allá de su imagen. Y así era….por primera vez se sentía diferente, e incluso dueño de un valor, largamente olvidado. Había tomado una decisión, y eso, que en cualquier otra persona era un acción cotidiana, en él, era algo, no desconocido, pero si largamente olvidado.
Hoy iba abandonar su casa, hoy iba a cerrar la puerta detrás de sí y no mirar lo que dejaba detrás……… 27 años de matrimonio, 27 años de sufrimiento y penas.
Aunque claro, no fue siempre así, hubo ocho años aproximadamente, de algo similar a la felicidad, más bien, de una vida llevadera con su mujer. Pero eso, como su valor, también estaba olvidado.
Sin pensar lo que hacia, pasó la mano por la superficie sudorosa del espejo, tenía los dedos cortos, gordos y llenos de pelos crespos, “dedos de mono”, le solía decir su mujer.
-Ary, esos dedos podían pasar por los de un mono apestoso, son asquerosos…
Pero en ella, esa definición era normal, siempre eran asquerosos sus dedos, su barriga prominente, sus cortas, pero fuertes, piernas, su cabeza, demasiado grande para el cuerpo, pero sobre todo, “su maldito colgajo de mierda”. El hombre, dirigiendo la vista hacia su vientre, contuvo la respiración, intentado meter todo lo que podía la voluminosa barriga, que tensa como un tambor se negaba a desaparecer, para dejar a la vista a un viejo amigo.
-¡Oh Dios!- pensó- Creo que me va a dar un infarto intentando mirarme la polla….
Este pensamiento, extrañamente hilarante, le hizo expulsar el aire retenido en un seco ruido.
¡Brump!
-¡Joder!- Parecían los gases de su mujer cuando comía judías de más (lo que solía suceder a menudo).
El espejo se estaba volviendo a empañar, borrando nuevamente su imagen, pero le dio tiempo a verse los ojos, y lo que vio le gusto Le recordaron cuando era joven, cuando aún tenia pelo en la cabeza, cuando aún creía que la vida podía se amable, ¡mierda, que inocente era!
Y lo que era aún mejor, ese breve momento, le devolvió la esperanza de que quizás podía aún a ser así.
Comenzó a vestirse.
En cuanto abrió la puerta del baño, el hedor y la realidad entraron de la mano como dos viejas amigas, gritándole con descaro:
-¡Eh, Ary! ¡Ya estamos de aquí! ¿Pensabas que te ibas a librar tan fácilmente de nosotras?-
Y supo dos cosas, que no se había librado de ellas y que no habría otra oportunidad para la esperanza.
Sus hombros volvieron a la posición normal, decaídos y sumisos. Si quedaba algún granito del hombre, que minutos antes, era todo decisión, la voz de su mujer lo borró completamente.
-Ary… ¿Ya as terminado? Por Dios… ¿Qué has estado haciendo? Ya pensé que tendría que llamar a un vecino para que te sacará… ¿No me as oído llamarte?
-No, querida…
-No… No… No… Excusas…Te gusta hacerme sufrir, te aprovechas de que estoy inválida. Eres malo. Mala persona…
-Me estaba duchando, el agua…
-¿Duchándote otra vez? Joder, cualquier día te vas a ir por el desagüe. Pero ahora déjate de idioteces y tráeme algo de comer, creo que me ha bajado la tensión, me siento a punto de morir…..No te quedes hay parado.- Su voz se quebró en un sollozo perruno- ¡Muévete y tráeme algo! Creo que ya me está volviendo a dar…
Se llevó la mano al corazón como queriendo apoyar sus palabras.
Ary la miró, dudaba mucho que tuviera un bajón de nada y mucho menos que estuviera muriéndose de hambre, teniendo en cuenta que pesaba más de 233 Kg., y eso había sido en 1998 cuando aún existían básculas en casa que podían hacerlo.
Pero con Sonia era mejor no discutir y sobre todo, no hacerla esperar por su segundo desayuno del día.
-Ahora mismo querida…
Sonriendo, la mujer bajo la mano de su inmenso pecho metiéndola en una tremenda bolsa de patatas, de esas gigantes para fiestas que venden bajo encargo.
-Un pequeño tentempié- Canturreó, mientras masticaba.- Besitos salados para la boquita de mami…- Una baba llena de migas, empezó a caerla por la comisura de los labios.
Ary desvió la vista asqueado y comprendió que su mujer había perdido completamente el juicio, su poca salud mental, había desaparecido bajo montañas de grasa acumulada y lo que era aun peor, se la estaba haciendo perder a él.
¡Dios! Y después de lo de anoche…
El solo recuerdo le provocó una arcada.
Asqueado se metió en la cocina y empezó a cocinar para Sonia.
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Mañana más...