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A ti viajero -- Historia de Terror

DeletedUser

Guest
Historia por Nerwe Anarion
A ti viajero​

Los muros de bromatium intentaban proteger a los últimos sobrevivientes de la raza humana. Fuera de estos, solo muerte y desolación … y las aberraciones.

Todo comenzó con un simple experimento, quisieron emular la energía de una estrella; “energía para todos y para siempre” – decían los científicos y los gobiernos - . Pero algo salió mal; unas pequeñas chispas en un conductor, un software que deja de cumplir su función; nadie lo supo con exactitud, pero el reactor falló y liberó su contenido radioactivo inundando todo a su paso. Al comienzo pensaron que los infectados durarían solo unos días, pero luego de tres semanas comenzaron a aparecer fuera de la zona de cuarentena. Habían perdido todo rasgo de humanidad, su aspecto era escalofriante, su piel parecía haber desaparecido, dejando la carne a la vista, y su lento deambular, hizo que muchos se acercasen para socorrerles. Pero entonces llegó el primer contacto, una aberración tocó a un humano, y éste último, comenzó a arder desde el lugar del contacto hacia el resto de su cuerpo, los gritos eran desgarradores, quemándose centímetro a centímetro con un fuego imposible de sofocar. Esto hizo que las demás aberraciones saliesen de su letargo, y comenzaron a perseguir personas; aquí y allá se alzaban fuegos en los cuerpos, y los monstruos corrían en medio del caos intentando alcanzar a todos los que pudiesen, como si les fuera la vida en ello.

Los pocos sobrevivientes huyeron y llevaron testimonio de lo que vivieron. Una muerte dolorosa, un sufrimiento que no tiene igual; arder en vida durante diez minutos hasta consumirse y transformarse en un montón de cenizas. Ese día las pérdidas humanas fueron muchas, pero los ejércitos se unieron para hacer frente a la nueva amenaza, aunque días más tarde supimos que los esfuerzos y las armas eran inútiles. Se recurrió a las ojivas nucleares, pero solo consiguieron llevar la desolación a los páramos donde se utilizaron. Y las aberraciones seguían avanzando, en todas direcciones, arrasando pueblos y ciudades a su paso, y obligando a las personas a huir lejos del peligro; el terror se apoderó de las masas y terminaron matándose entre ellos, dejando más cuerpos mutilados en su éxodo a lugares lejanos.
Se cruzaron mares y océanos, y cuando pensamos que estábamos a salvo, aislados por las distancias y las masas de agua; ellos llegaron para aumentar el miedo generalizado. No había lugar a donde ir, ni forma de parar su avance, y la esperanza ya era poca, cuando se anunció la creación de muros de bromatium, una aleación que permite una corriente radiactiva y que al parecer los detenía, no los podían atravesar. Ahora todos los esfuerzos se dedicaban a la construcción de muros para proteger las pocas ciudades que seguían resistiendo. Pero estábamos condenados por nuestra avaricia y nuestra insaciable sed de obtener poder. Las noticias comenzaron a llegar de a una al comienzo, luego por cantidades, y todas decían lo mismo: “atravesaron el muro de bromatium”.

Ya no había lugar donde ir, los últimos resquicios humanos, nos reunimos en lo alto de unas montañas, que una vez tuvieron su nombre, pero que ahora solo eran otro lugar resguardado con muros de bromatium. En el camino sufrimos varios ataques, diezmando nuestras filas. De los centenares que emprendimos la marcha, solo llegamos pocos más de sesenta. Aun recuerdo los gritos desgarradores de los que caían bajo sus contactos; pero peor aun fue descubrir que podían convertirnos, que con solo respirar la radiación que emanaba de ellos, comenzaba un proceso que tardaba días, donde se apreciaba el cambio, la desaparición de la piel, y el sufrimiento del cuerpo, cambiando a una nueva subespecie, adaptando sus órganos y extremidades en medio de convulsiones y temblores. Luego ya no eran los mismos, ya no eran humanos.

Le llamaron el Santuario, porque coronaba la colina más alta, rodeado de muros naturales revestidos con nuestra aleación de esperanza. Pensamos que podíamos defender el peñasco, que no seríamos los últimos seres humanos de la historia; pero el primer ataque llegó, por la noche, sin aviso previo, deslizándose en la oscuridad lograron penetrar nuestros muros. La alarma fue dada por los gritos desesperados de los que caían al ser tocados, y ya no los dejaron arder, también los desgarraron y comieron sus entrañas.

Unos pocos huyeron, y fueron perseguidos, les dieron alcance mas allá de los muros, desde la torre más alta, pude contemplar la matanza, un desenfrenado festín de carne, sangre y fuego. Las luces del alba mostraban cuerpos mutilados por doquier, montañas de cenizas y restos de lo que una vez fueron cuerpos, pululaban a mi derredor. Ya no quedaban amigos ni compañeros. Era el último. El último de mi especie. Y estaba solo; hasta las feroces bestias habían desaparecido, abandonándome a mi suerte.
El miedo y la soledad se apoderaron de mi, y no pude hacer otra cosa, que contarte a ti, viajero que has llegado a este mundo, como fue el fin de nuestra orgullosa raza; y de advertirte que corras, que no te detengas a verlos.

Esta noche los sonidos son diferentes, se que han llegado, hice recuento de mis cosas y solo tengo una bala en la recámara, una libreta y un lápiz. Su jadeo se acerca, y no tengo el valor de enfrentarme a ellos. Oigo los ruidos que hacen al entrar al recinto inferior, no necesitan sigilo, saben que la victoria es suya. Los pasos se aproximan por las escaleras que conducen a la torre, sus garras rasgan la puerta, solo la madera los separa del último humano. Aprieto con firmeza la pistola y la apoyo en mi cabeza. No dejaré que me agarren vivo. Un golpe. …. Otro golpe. Arremeten y se__________
 
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